VAMPIRA NOVATA
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Publicado por
Noemy |
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Capitulo 4
Relato de Siera
La persona que menos habría imaginado encontrarme tras la puerta me miraba con aquellos ojos chocolate. De cerca se podía apreciar lo atractivo que resultaba ante mis ojos. Pero se trataba de una belleza oculta tras la máscara de un chico duro. ¿Qué hacía ahí parado? ¿Qué había venido a buscar?
_ Me llamo Kevin y acabo de mudarme a la casa de al lado._ Explicó sin importancia._ Si, lo sé._ No sabía que contestar en ese momento.
¿Por qué me miraba de aquella manera tan extraña? No apartaba la mirada de mí. Y estaba empezando a molestarme.
_ “Menuda preciosidad”
¿Había oído bien? ¿Lo había dicho de verdad? Era la primera vez que un chico me decía algo de esa similitud. Ahora no estaba molesta sino inquieta.
_ ¿Querías algo?_ Pregunté ansiosa por librarme de él.
_ Eh, si._ Reaccionó como si acabara de aterrizar de sus pensamientos._ Verás, no tengo ni idea de cuales son las actividades extraescolares y… “Haber que excusa me invento. Yo no quería venir a presentarme a la vecina pero mi abuela ha insistido tanto…”_ Me miró fijamente, y habría jurado que no había movido los labios cuando éste explicó la razón por la que se encontraba parado enfrente mío.
Mis ojos cambiaron de ubicación, ya no se encontraban inmersos en el chocolate sino que estaban clavados en su yugular. Podía ver su vena tan cerca, incluso percibir el aroma de su sangre. Tan cálida y deliciosa. Escuchaba los latidos de su corazón tan cerca, casi resultaba irresistible no lanzarme contra él y atacarlo. ¿En qué estaba pensando? Agité la cabeza e intenté borrar ese pensamiento de mi cabeza.
_ Verás, yo me preguntaba si podías… “Mierda, estará buena pero me mira como si fuese un maldito trozo de carne”. ¿Te encuentras bien?_ Preguntó extrañado.
¿Me acababa de llamar loca? Pero ¿qué se había creído este idiota? ¿Qué podía aparecer delante de mi puerta y llamarme loca en toda la cara?
_ ¡El lunático lo serás tú!_ Le grité, y acto seguido le cerré la puerta en las narices.
Habría dado toda mi paga con tal de ver la cara que se le quedaba. Estaba demasiado de ese tipo de personas. Engreídos, prepotentes, idiotas…, no hay suficientes palabras puedan definir a este tipo de personas.
El enfado me había cegado de tal manera que no vi hasta más tarde una verdad que acababa de revelarse. Bajo mis pies se encontraba la ropa con la que había intentado cubrir la ventana situada justo a mi espalda. Los rayos golpeaban mi piel pero no la abrasaba, solo sentía un intenso calentar que no llevaba al dolor. Me volví hacia la luz que tanto había intentado evitar. Incluso, veía su belleza. Una belleza que jamás antes contemplé por creer que se trataba de insignificante. Llevé la mano hacia aquel hilo resplandeciente. Atravesé su luz, sintiendo su calor y observando su brillo envolver mi blanca piel. Casi se me saltan las lágrimas cuando comprendí lo estúpida que había sido ocultándome de ella sin haber estado segura de ello, o puede que solo se tratase del mero hecho de no tener que ocultarme como en las historias que tanto había leído. Me habían ofrecido una nueva vida y no iba a desaprovecharla. Lo decidí en el mismo instante que sentí su calor rozar cada centímetro de mi piel. Rápidamente corrí hacia mi habitación. Me vestí a una velocidad imperceptible para cualquier persona corriente. Debería practicar para intentar ir algo más despacio o tendría problemas con el tiempo. Agarré unas gafas de sol que encontré en la habitación de tía Elis y salí al exterior, disfrutando aquella sensación majestuosa. Ya no había nada que pudiera detenerme. Lo presentía en mi propia alma. Antes de cruzar la puerta, me coloqué delante del pequeño espejo situado al lado de la puerta.
Observé mi rostro detenidamente, despidiéndome, en lo más profundo de mí ser, de mi antiguo yo. Adiós, Siera. Nunca más volverás a ser la pringada que siempre has sido durante dieciocho años.
Si os preguntáis donde fui os diré que para empezar una nueva vida debía terminar con mi antiguo yo. Y para ello me dirigí al salón de belleza del pueblo. Un lugar donde no había tenido oportunidad ir mi antiguo yo. Ahora era mi turno para disfrutar de aquellos placeres que la vida se había empeñado en negarme.
Crucé la puerta y me coloqué delante del espejo mientras una de las dependientas se me acercaba. El ambiente estaba cargado del aroma de la sangre, sangre que corría por las venas de todas las personas que se encontraban en la habitación. Levemente me ardía la garganta. ¿Cómo podía tener hambre si me acababa de alimentar? Cerré los ojos e intenté borrar de la mente la necesidad de alimentarme. Era como estar en dieta, pero una dieta especial y única. La dependienta se colocó detrás de mí. Desprendía un aroma tan refrescante, un aroma a Lilas. Intenté concentrarme en su aroma.
Era una chica muy linda y algo menuda para su edad. Debía tener al menos unos treinta años de edad, sino más. Y su aroma era tan intenso que la percibía desde el otro lado de la habitación de donde ella había venido. Estuvo observandome en silencio, no dijo nada. Supo desde el principio cual era mi petición. Lo que andaba buscando desde que entré en el salón. ADIOS ANTIGUA SIERA, Y BIENVENIDA NUEVA YO. NADA NI NADIE ME DETENDRÁ.
Observé mi rostro detenidamente, despidiéndome, en lo más profundo de mí ser, de mi antiguo yo. Adiós, Siera. Nunca más volverás a ser la pringada que siempre has sido durante dieciocho años.
Si os preguntáis donde fui os diré que para empezar una nueva vida debía terminar con mi antiguo yo. Y para ello me dirigí al salón de belleza del pueblo. Un lugar donde no había tenido oportunidad ir mi antiguo yo. Ahora era mi turno para disfrutar de aquellos placeres que la vida se había empeñado en negarme.
Crucé la puerta y me coloqué delante del espejo mientras una de las dependientas se me acercaba. El ambiente estaba cargado del aroma de la sangre, sangre que corría por las venas de todas las personas que se encontraban en la habitación. Levemente me ardía la garganta. ¿Cómo podía tener hambre si me acababa de alimentar? Cerré los ojos e intenté borrar de la mente la necesidad de alimentarme. Era como estar en dieta, pero una dieta especial y única. La dependienta se colocó detrás de mí. Desprendía un aroma tan refrescante, un aroma a Lilas. Intenté concentrarme en su aroma.
Era una chica muy linda y algo menuda para su edad. Debía tener al menos unos treinta años de edad, sino más. Y su aroma era tan intenso que la percibía desde el otro lado de la habitación de donde ella había venido. Estuvo observandome en silencio, no dijo nada. Supo desde el principio cual era mi petición. Lo que andaba buscando desde que entré en el salón. ADIOS ANTIGUA SIERA, Y BIENVENIDA NUEVA YO. NADA NI NADIE ME DETENDRÁ.
Cuando llegué a casa, ella estaba ahí. Sentada en el sofá. Cada vez que la observaba comprendía que era la chica más bella que jamás había conocido. La persona a quien le debía agradecer esta nueva oportunidad, esta nueva vida, este nuevo yo.
Volvió para facilitarme todas las respuestas que necesitaban ser respondidas. Solo así podría empezar.
Volvió para facilitarme todas las respuestas que necesitaban ser respondidas. Solo así podría empezar.
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