Aqui traigo el capitulo 3 de Verdades Ocultas. Es más corto que los anteriores. En este capitulo el detective Steve comienza a interactuar con más personajes de esta historia. Espero que os guste.


Capitulo 3: El último adiós envuelto en falsas lágrimas.

Laura abrió la puerta, interrumpiendo mi tranquilo sueño. Me quite el sombrero de la cara, dejándolo encima del escritorio. Ella estaba delante de mí con ambas manos pegadas en su cintura, en una posición de desacuerdo. Tenía el ceño fruncido. Iba a ser el momento de escuchar otra reprimenda más de las suyas. A veces su comportamiento era más similar al de una esposa que al de una secretaria. ¿Por qué seguía permitiendo que actuara de esa manera?
_ Se puede saber la razón por la que siempre acabas durmiendo en la oficina. No es bueno para tu salud seguir haciéndolo. _ Me reprimió.
_ No es de tu incumbencia lo que yo haga con mi vida._ Le reproche.
_ Jefe, me preocupo por tu salud. No puedes pasarte las noches durmiendo en la oficina._ Dejo caer sus brazos, relajándose._ Por lo menos podrías comprar un sofá. De esta manera no castigarías tu cuerpo con esa postura tan incómoda.
_ Si tanto te preocupas por mí ¿por qué no lo pagas de tu bolsillo?
_ Antes tendrías que subirme el sueldo._ Contesto a la defensiva.
_ Sabes que si no hay trabajo, no hay dinero que cobrar y por supuesto, no hay subidas de sueldo._ Le explique con toda lógica. En el mundo de los detectives a penas se podía encontrar trabajo ya que casi todos los robos, desapariciones se hacían cargo la policía. En algunas ocasiones, los clientes desilusionados aparecían llamando a mi puerta, o por el simple miedo a que la policía escarbase a fondo en sus vidas y descubriesen sus trapos sucios. Ahí era cuando la suerte me proporcionaba trabajo.
_ Ah, por cierto. Me he enterado de lo ocurrido. ¿Vas a ocuparte del caso?
_ Veo que las noticias vuelan a gran velocidad.
_ Ya sabes que no se puede esconder nada en esta ciudad. ¿Y bien?
_ Oficialmente el comisario Vegan es quien se ocupa del caso pero extraoficialmente…, ella estuvo dispuesta a contratar mis servicios por lo que no tengo ningún motivo que pueda impedirme resolver su crimen.
_ Además, sería beneficioso para el negocio si consigues encontrar al criminal. Podrías subirme el sueldo de una buena vez._ Comento ilusionada por sueño, tal vez, imposible de cumplir pero ¿quién iba a ser yo para decírselo?
Aterrizo de repente de su ilusión, y se volvió para salir del despacho pero se detuvo para brindarme una notica esperada.
_ Se me olvidaba comentarte que dentro de media hora se va a celebrar el entierro de la señorita Perb.
Me levanté apresurado. No podía permitirme el lujo de llegar tarde al evento donde todos los familiares y amigos o conocidos estaban presentes para despedirse de la persona que ya no se encontraba entre ellos. Y apostaría que entre todos los asistentes se encontraba el autor del crimen. Salí como alma que se lleva el diablo. Lo malo de las prisas, dejarte el sombrero olvidado.

Me encontraba alejado de la ceremonia, observando detenidamente a todas las personas que se encontraban en aquel lugar, derramando lágrimas por una pena fingida. Todas las personas más cercanas a Victoria Perb se hallaban en un mismo lugar para despedirse de ella o para asegurarse de su muerte. Adriana North, la camarera, lloraba afligida pero sus labios habían torcido una sonrisa de satisfacción. Sin duda, era la persona más falsa de todos los presentes. Por otro lado, entre tanto rostro desconocido podía hallar algunos conocidos. El hombre celoso de la otra noche, y por supuesto, mi viejo amigo John Vegan. De pie, delante del féretro. Seguramente se encontraba ahí por la misma razón.
Transcurrieron los minutos. El sacerdote dijo sus últimas palabras. Algunas personas dejaron caer rosas rojas sobre la madera al mismo tiempo que ésta era introducida dentro del inmenso agujero escavado recientemente. Se despidieron de ella con su recuerdo invadiendo sus mentes, tal vez malos o buenos, pero al fin y al cabo ella estaba presente. Después de terminar la ceremonia todos se acercaron a una joven dándole el pésame. Cabello achocolatado cuya largura caía sobre sus hombros. Ojos ámbar inundados por el brillo de la tristeza. El oscuro de su piel, increíblemente más oscura al de Victoria. Completamente distintas físicamente. Y sus personalidades… ¿tendrían puntos en común? No daba la impresión de mantener algún tipo de parentesco pero todos los presentes hacían cola para dedicarles su compasión. Lentamente, me acerqué a ella pero me detuve a poca distancia, esperando hasta encontrarla completamente sola. Momento que aproveché para realizar mi trabajo sin interrupciones.
_ Señorita, ¿Es usted familiar de Victoria Perb?
Afirmo con un leve movimiento de cabeza.
_ Hermana, era…, _ Sus palabras se atragantaban. Apenas podía pronunciarlas por la aflicción de su corazón._ … era su hermana pequeña._ Pudo decir al fin. Sus ojos comenzaron a derramar dos lágrimas que rápidamente seco con el pañuelo blanco que sujetaba en su mano_ ¿Quién es usted? _ Pregunto desconcertada.
_ Soy el detective Steve Mathews. _ Conteste con naturalidad.
_ Detective._ Repitió sin salir de su asombro.
_ Su hermana me contrató antes de morir. _ Le expliqué lo más breve posible. Omitiendo algunos detalles, por supuesto. _ Soy consciente de no ser un buen momento pero me gustaría hacerle algunas preguntas sobre su hermana. _ Intenté mostrar cierto remordimiento por presentarme de aquella forma, en un lugar como ese, y en aquel momento.
_ Preferiría hablar en otra ocasión.
_ Aquí tiene la dirección de mi despacho y el número._ Dije al mismo tiempo que sacaba una de las ciento de tarjetas que guardaba en uno de los bolsillos del interior de la chaqueta. _ Me vendría muy bien su colaboración._ Se la ofrecí cortésmente.
La cogió indecisa, puede que su verdadera intención fuese no hablar sobre ella. Cuando la sostuvo entre sus dedos, la miro fijamente durante un breve segundo. Después, levanto la mirada y se alejó del lugar al mismo tiempo que yo hacía lo mismo.

Abrí la puerta de mi coche, aparcado justo enfrente, entre dentro. Antes de arrancar una pareja capto mi interés. Estaban discutiendo, ocultándose al lado de un coche para no llamar la atención de los presentes. Solo podía ver el rostro del hombre. Alto y corpulento, de cabello despeinado del color de la oscuridad. A él se le podía ver con claridad, pero a la mujer no puesto que se encontraba dándome la espalda. Mantenían una discusión al rojo vivo hasta que la mano de ella le cruzó el rostro para dar por finalizada la discusión. Se volvió, alejándose a grandes pasos de aquel hombre que llevó su mano a su mejilla sin dejar de mirarla con recelo. Lo más inquietante no fue el motivo de esa discusión, sino quién era esa mujer. Estela Valls. Una mujer inesperada. Nunca imaginé encontrármela en la ceremonia pero más aún cuando ésta finalizó.
Esta incógnita me ardía por dentro. No podía quedarme ahí como un mero espectador. Y ante la oportunidad presentada, ¿cómo la iba a desaprovechar? Rápidamente, bajé del vehículo y caminé sigilosamente, acercándome a ella mientras las pocas personas que aún quedaban despidiéndose de Victoria, se marchaban. Estela se encontraba enfrente de la tumba, observándola fijamente y en completo silencio. Me acerque por detrás, poniéndome a su derecha. Volvió la mirada hacía a mí, no hallé ni una pizca de sorpresa en su mirada, como si lo hubiese supuesto. No dijo nada. Se volvió ante la tumba, para seguir observándola.
_ Podría llegar a pensar que me está persiguiendo, detective. _ Comento ciertamente molesta por mi presencia.
_ Puede que se trate de eso ¿No cree usted? _ Conteste intentando ocultar la verdadera intención tras palabras llenas de burla.
Volvió nuevamente la mirada, torciendo en sus labios una sonrisa sarcástica. De algún modo, demostrándome que ella también podía participar en el juego de evadir preguntas.
_ No puedo evitar preguntarme la razón que la ha motivado para venir. Sé perfectamente la relación que os unía._ Le expliqué, afirmando las sospechas que tenía acerca de ella.
_ Solo quería despedirme de ella. ¿A caso eso es un crimen?_ Pregunto con sarcasmo.
_ Siento curiosidad por saber quién es el hombre con el acaba de discutir. _ Le dije indirectamente, intentando que no pareciese una pregunta.
_ ¿Un novio celoso? ¿Mi marido? ¿Un ex? O quizá un viejo amigo. ¿Por qué no me lo dice usted?_ Jugaba conmigo. Y por alguna extraña razón, conseguía incitarme a seguir.
_ Dudo mucho que se trate de un viejo amigo por lo que optaré por un amante, no, ¿por qué no decir que se trata del mismo señor Roswell?_ Volvió la mirada hacía mí. Sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa. Había acertado y a la primera.
_ ¿Cómo…?
_ Solo hay dos motivos por los que se abofetea a un hombre, por una ofensa o por resentimiento.
Borró esa expresión de su rostro para dejar salir la más bella de las risas. Cándida y suave como una brisa veraniega. Incluso parecía iluminarse el cielo con ese sonido tan magnífico. Hasta que ese sonido se apago para hacer nuevamente hincapié en el silencio.
_ Ha conseguido sorprenderme, detective.
_ Puede llamarme Steve.
_ Ha acertado en todo pero aún así se equivoca en una sola cosa. La razón por la que Victoria y yo no nos llevásemos precisamente bien no fue Javier Roswell._ Hizo una pausa de tan solo dos segundos._ Ella y yo nos criamos juntas. Siempre fuimos grandes amigas pero las diferencias entre ambas solo consiguió agravar lo que era inevitable. Le gustaba jugar con las personas._ Suspiró ciertamente afligida._ Nunca pensé que el mismo día de mi regreso iba a ser su último día._ Volvió hacer una pausa. Levantó la mirada al cielo que comenzaba a oscurecerse._ Puede que aparentemente yo fuese la que más motivos tuviese para matarla pero aún hay otras personas que estaban más interesadas en su muerte. Más personas que saldrían beneficiadas._ Agacho la cabeza y se volvió, dándole la espalda a la lápida._ Si me preguntase quien tendría motivos en matarla, aparte de mí, no podría contestarle. Ese es su trabajo. Encontrar al criminal. _ Por alguna razón conocía todas mis preguntas._ La noche de su muerte me encontraba en el local, sentada en una de las mesas, esperando a una cita que no se presentó. Sé perfectamente que usted puede verificar mi coartada, entonces tendría que hacerse la siguiente pregunta… ¿cómo pude matarla estando en el otro lado de la ciudad? No soy de las que puedan dividirse.
_ Pero seguro que podría facilitarme algunos nombres de sospechosos. Al fin de cuentas, como ha dicho, se había criado con la víctima._ Le repetí.
_ Todos aquellas personas que se codeaban en su mismo círculo son sospechosas. Javier Roswell, Albert, Melinda Perb, Adriana North, Dave Jones…. Con su muerte, muchos saldrían beneficiosos, incluido el mismo comisario John Vegan.
_ ¿El comisario John Vegan? _ Quedé impactado ante ese nombre. ¿Un sospechoso? ¿Qué tenía que ver en esta historia?
_ Tuvo un pequeño romance con Victoria aunque no duró demasiado puesto que ella se canso de él, como siempre. Cómo ya le he comentado, le gustaba jugar con todos los hombres, y el comisario no fue ninguna excepción. _ Supo que responder sin necesidad de realizar la pregunta._ Seguramente usted iba a ser el próximo en su lista de amantes desafortunados._ Explico con cierta burla en el tono de su  voz._ Si me perdona preferiría volver a casa para descansar._ Se dispuso a caminar, alejándose a cada paso para mantener una distancia entre ambos.
Mientras escuchaba sus pasos silenciarse a causa de la distancia, yo no podía evitar preguntarme la razón de pronunciar ese último nombre. ¿John Vegan, sospechoso? ¿Podría ser cierto lo que Estela Valls dijo? Pero aún así, oficialmente se estaba encargando del caso. Lo que suponía un gran inconveniente.

Regresé a mi oficina, necesitaba descansar y pensar con tranquilidad. La lista de sospechosos se había alargado considerablemente. Ya no solo se trataba de buscar a un sospechoso cualquiera. Todos ellos tenían motivos para asesinarla. Ahora se planteaba la siguiente cuestión ¿quién tuvo la oportunidad? Todos la odiaban o guardaban algún que otro resentimiento. Esa teoría solo dificultaba la investigación. Tantos sospechosos con suficientes motivos. También cabía preguntarse ¿quién tuvo el impulso de manchar sus manos de sangre?
Me acerqué a mi secretaria para ver si había algún recado. Estaba sentada en su pequeña mesa de madera, limándose las uñas como de costumbre. Pero por lo menos estaba ahí para darme cualquier mensaje o recado recibido.
_ ¿Algún mensaje?
_ La señorita Melinda Perb se encuentra en su despacho.
No me sorprendía del todo su visita. En el mismo instante que ella cogió la tarjeta que le ofrecí, supe que estaba dispuesta a hablar. Aunque, para ser sinceros, pensaba que iba a tardar un poco más de tiempo en verla aparecer tras la puerta. Seguidamente entre en mi despacho colgando la chaqueta en el perchero, me acerqué a mi escritorio donde me senté. Enfrente de ella, cara a cara.
_ Pensaba que iba a tardar en visitarme pero me equivoqué.
_ Sinceramente, he dudado en venir. Pero usted fue contratado por mi hermana antes de morir, y es por esa misma razón que le pido que averigüe quién fue su asesino._ Dejo escapar un leve suspiro de su boca._ No sé en quién debo confiar._ Daba la impresión de estar aterrorizada. Seguramente la idea de ser la siguiente en la lista no le provocaba mucha tranquilidad.
Debía comenzar con las preguntas sin incomodarla. Si llegase a ese estado, solo significaría el fin.
_ ¿Cómo se llevaba con su hermana?
_ Cómo todas las hermanas teníamos nuestras pequeñas diferencias pero cuando era necesario nos defendíamos y nos protegíamos con uñas y dientes. Era la única que en verdad quería y conocía muy bien. No era tan mala persona, como me imagino que ya habrán comentado de ella._ La palma de sus manos estaban extendidas encima de su falda hasta que comenzó a agarrar la tela con fuerza._ En algunas ocasiones resultaba ser una víbora, y más a la hora de conquistar a los hombres. Pero todo empezó como un juego. Lo que en principio pretendía era darle celos al único hombre del cual estaba únicamente enamorada._ Le dolía hablar de ella, sin embargo, intentaba aparentar una fortaleza de la que carecía._ Después de que le dejara, ella descubrió su infidelidad cuando aún estaban juntos. Fue aquella razón por la que el círculo de amistades se rompió. Creo que descubrir aquello solo la perjudico._ Murmuro con cierta dificultad en sus palabras._  Su dolor llego hasta el punto de seducir a Javier Roswell aún conociendo los sentimientos de su mejor amiga, Estela Valls. Al comenzar esa breve relación con él solo consiguió romper su gran amistad. Pero eso a ella no le importo._ Soltó la tela de su falda._ Después aquella situación siguió jugando con él, y después con otros hombres importantes y poderosos provocando aún más los celos de su único hombre.
_ ¿Piensa qué ese hombre pudo…?
_ Estoy segura que ha sido él, aunque, también podría señalar a Estela Valls o cualquiera de los hombres con los que estuvo liada._ Contesto con firmeza y seguridad._ Le repito que se codeaba con hombres poderosos e influyentes. Ellos también pueden haber sido su asesino._ No le tembló la voz a la hora de acusar a esas dos personas.
_ ¿Está completamente segura de lo que me está diciendo?
_ Sí._ Contesto sin vacilación.
Me acomodé en la silla. Saqué uno de los cigarrillos de la pitillera que guardaba en el interior de la chaqueta. Cuidadosamente cogí uno de los diez cigarrillos que quedaban dentro, al mismo tiempo que le ofrecía a la dama, pero ella negó con un simple movimiento de cabeza. No consideré si le molestaba, solo lo encendí y comencé a saborear cada una de las caladas. Era el momento de comentar algunos detalles de la escena. Eran desagradables, sí, pero necesarios para motivarla a facilitarme cualquier detalle importante para resolver este gran enigma. Ella era la persona más cercana a la víctima, y por lo tanto, debía conocer los detalles escabrosos de ésta última. Solo ella podía indicarme el camino a seguir.
_ La policía encontró un anillo de compromiso junto a…_ Debía escoger la palabra más indicada._ … su hermana.
_ Un anillo de compromiso._ Repitió intrigada.
_ ¿Estuvo alguna vez prometida?
_ Imposible. Ella odiaba la idea del compromiso. Dudo que alguna vez hubiese estado decidida a dar ese paso. _ Levanto la mirada pensativa._ Ahora que lo pienso…, puede que algunos de sus pretendientes se lo pidiese. Aparte de eso, dudo bastante que ella hubiese aceptado casarse con otro hombre que no fuese Albert.
_ ¿Conocía bien a Victoria?_ Incidí en la pregunta._ ¿Está completamente segura que conocía bien a su hermana?
Sus ojos se abrieron ante la incomprensible pregunta.
_ No entiendo a donde pretende ir a parar pero…, sí, conocía a mi hermana. ¿Cómo no la iba a conocer?_ Su tranquilidad comenzaba a transformarse en rabia._ ¡Cómo no la iba a conocer si éramos hermanas!_ Exclamó alterada.
_ Entonces, podrá decirme la razón por la que iba a desaparecer de la ciudad._ La mire fijamente a los ojos intentando hallar cualquier otra emoción que no fuese la sorpresa que aún seguían vigentes en su mirada._ Y a dónde tenía pensado ir.
_ Imposible. Ella nunca…, no puede ser que... _ Replico mientras torcía una sonrisa nerviosa. _ Ella hubiese sido incapaz de abandonar su club, era su sueño. Abandonar su club, su sueño,… nunca lo hubiese hecho. _ Repitió. De improviso se levantó de la silla._ Si quiere más respuesta yo no soy la más indicada para darselas._ Se volvió dándome la espalda y comenzó a caminar hacia la puerta._ Gracias por atenderme._ Abrió la puerta y desapareció de mi vista tras cerrarla.
Apagué el cigarrillo consumido en el cenicero. Lleve ambas manos detrás de mi cabeza, levantando la mirada hacia el techo. No podía dejar de pensar en todos los detalles que rodeaban el crimen. En esta historia habían demasiados ingredientes. Desde celos hasta resentimiento. Y los personajes que la integraban cada vez resultaban más complejos. Un amante celoso. Una vieja amiga resentida por su engaño. Una camarera que parecía estar al tanto de todo. Un hombre con el que formaban un triangulo amoroso. Y por supuesto, el comisario también estaba involucrado en este maldito misterio. Por el momento, todos poseían motivos suficientes para arrebatarle su vida, aunque en verdad ninguna razón es suficiente para cometer tal acto inhumano. Esto solo había hecho comenzar.
Cogí el periódico que estaba enfrente de mí, seguramente Laura lo había dejado ahí desde una hora temprana. Comencé a leer hasta que mis ojos se guiaron por lo inesperado. Una noticia que solo consiguió abrirme aún más los ojos. Un artículo cuyo título decía: Tras la muerte de la dueña del “The Victoria´s saloon” su hermana y única familia heredará todas sus pertenencias, poseyendo así una de las fortunas más envidiadas y más deseadas de toda la ciudad. Al terminar de leer aquellas palabras me vino a la mente lo que Estela Valls me dijo en el cementerio: “Con su muerte, muchos saldrían beneficiados No se equivoco en eso. Ahora, Melinda Perb también era candidata a ser sospechosa. Una buena razón, la herencia. Puede que sus palabras fuesen sinceras cuando dijo que ella quería a su hermana a pesar de ser como era pero cuando el dinero se interpone entre dos personas da lo mismo si se es familia, porque a fin de cuentas, el dinero puede ser un motivo para matar. Odio, celos, despecho, resentimiento y dinero. Todo va a parar a un mismo fin, la muerte.
Dejé el periódico encima de mi mesa. Me levante de la silla, y mientras me dirigía hacia la puerta cogí el sombrero y la chaqueta. Salí del despacho y seguí caminando para salir de la habitación, pasando por al lado de mi inusual secretaría. Aún seguía limándose las uñas.
_ ¿No tienes otra cosa que hacer?
_ No, jefe. _ Ni siquiera me contesto mirándome a los ojos.
Suspiré cansado de su vaga actitud. Había días que se levantaba productiva pero en otros días resultaba ser la persona más vaga que había conocido en la vida. Se podía acumular un montón de papeles en su escritorio durante días y ella seguiría perdiendo el tiempo sentada sin hacer nada más.
_ Me voy a casa, le sugiero que haga lo mismo.
_ ¿Para qué jefe?
Después de aquella contestación salí del edificio acercándome a mi coche en el cual me subí y desaparecí rápidamente como si el propio viento me estuviera empujando para deshacerme de mí inmediatamente.

Iba conduciendo por la carretera desierta ya que apenas había alguien lo suficiente loco como yo para estar enfrente del volante de un vehículo motorizado a altas horas de la noche. Llegué al edificio donde se encontraba mi apartamento, aparque el vehículo delante del edificio, bajé y entré por la puerta principal, dirigiéndome a los ascensores. Subí a la séptima planta, mientras escuchaba la cancioncilla que todo ascensor tenía para entretener a los clientes, hasta que el ascensor abrió sus puertas dejándome salir al pasillo. Me quedé quieto al observar a una mujer de pie, apoyada de espaldas en la puerta de mi apartamento. Seguí caminado hacía ella dejando que escuchase cada uno de mis pasos. Cuando la distancia entre ambos se acortó, ella volvió la cabeza para dedicarme su mirada castaña, entonces reconocí a esa mujer, era Estela Valls. Su presencia no indicaba ser una visita cordial, sino más bien todo lo contrario. ¿Qué motivos la obligaron a buscarme? De alguna manera su presencia conseguía descolocarme. Nunca me hubiese imaginado encontrármela ahí, tan serena y tranquila, sin temor a que yo descubriese lo que ella tan ansiosa deseaba ocultarme. Ahora comenzaba la segunda ronda del juego que ambos habíamos iniciado en nuestro primer encuentro.
_ Señorita Valls, no esperaba encontrarme con usted en mi dulce morada. ¿Debería pensar que me ha encontrado por casualidad?
_ Usted y yo sabemos que no es así. Si tanto le interesa le diré que soy una vieja amiga del comisario. Y por supuesto, me ha facilitado su dirección. Espero no ser inoportuna._ Sabía por su tono de voz que disfrutaba ante mi sorpresa. Nunca había pensado que ellos podían ser viejos amigos. Las sorpresas caían lentamente como gotas de lluvia. Cada vez más inesperadas e impactantes.
Introduje la llave en la cerradura, seguidamente empuje la puerta con una sola mano al mismo tiempo que le indicaba cortésmente que entrase al interior de mi casa. Cuando ella cruzó el umbral, yo la seguí, y cerré la puerta para evitar cualquier imprevisto. En esta ciudad, los vecinos podían resultarte de lo más traidores. Si alguien deseaba ocultar su secreto, antes debía ocultárselo a su vecino. Ese siempre ha sido el problema de vivir en bloques de apartamento.
_ Póngase cómoda._ Le sugerí educadamente, indicándole con la mano el lugar donde se podía sentar.
Ella se sentó en el sofá, mientras que yo me dirigí hacía mi pequeño bar donde me serví una copa. Ella se reflejaba a través del cristal de las botellas. Me miraba con una serenidad salvaje. Esa forma de mirarme me cortaba la respiración. No sabría definir lo que en ese momento sentí sin utilizar otra palabra que no fuese atracción.
_ ¿Desea tomar algo?_ Pregunté intentando colocarme en el lugar que me correspondía. Ella era mi sospechosa y yo el detective que buscaba sus trapos sucios.
_ Vozca, si tiene._ Contesto con indiferencia.
_ ¿Le parece bien algo más fuerte?_ No esperé respuesta suya, solo le serví lo mismo que iba a beber, un whisky doble. Me volví hacia ella con ambas copas en cada mano. Mientras nuestra distancia se reducía en cada paso ella seguía mirándome. Cuando llegue, le ofrecí la copa. En cambio, yo solo me quede enfrente de ella, a tan solo dos metros de distancia. Intentando disimular que esa atracción no era existente.
_ ¿Y el motivo de esta extraña visita?
_ Quiero ser franca con usted.
_ ¿Por qué motivo?
_ ¿Qué le puede motivar a una persona ser sincera?_ Pregunto con cierto sarcasmo._ En esta vida, la sinceridad solo llega en el lecho de muerte con el fin de concienciar su alma antes de morir o por expiar las culpas guardadas en el corazón. ¿Creé usted que mi sinceridad es a causa de uno de estos dos motivos?_ Torció una sonrisa en la comisura de sus labios. _ No se trata nada de eso. Solo quiero ayudar a encontrar a su asesino por los viejos recuerdos. Solo por el mero recuerdo que una vez compartimos.
_ Algo me dice que el motivo no son por los viejos recuerdos._ Le fui sincero.
            _ Me ofende, detective._ Dijo con cierto dolor en su voz pero en su mirada se hallaba la diversión. Estaba disfrutando de todo lo que nuestros labios pronunciaban.
            _ Le recuerdo que la noche en la que murió Victoria Perb ambas mantuvieron una conversación descortés. Podría decir que el odio se reflejaba en cada una de vuestras palabras, así que no me venga que se encuentra aquí para ayudarme a capturar a su asesino._ Este era un juego que ella no podría ganar con tanta facilidad.
            _ No le pienso preguntar cómo lo sabe._ Se acomodó en el sofá, cruzando las piernas con suma elegancia y sofisticación._ Es cierto que aquella noche nos dijimos varias palabras duras pero no por ello debe considerar mi presencia como una falso acto de humildad._ Sus palabras parecían ser sinceras o sabía actuar demasiado bien._ Le vuelvo a repetir que fuimos amigas durante bastante tiempo y es por esa misma razón que he tomado la decisión de venir hasta aquí.
_Cada vez consigue sorprenderme más.
_ Me alegra oírlo. _ No estaba nerviosa sino al contrario, una gran serenidad reinaba en su cuerpo y parecía estar muy segura de lo que iba a hacer.
_ ¿Por qué no empieza desde el principio?
_ Victoria y yo siempre mantuvimos una buena amistad, desde que éramos niñas. Pero esa situación cambió cuando ella conoció a Albert, el hombre que la volvió completamente loca. Por aquel entonces, yo estaba prometida con Javier Roswell._ Sujetó la copa con ambas manos en el mismo momento que agachaba la mirada, tal vez para ocultar sus emociones._ Éramos tan felices por aquel entonces. Nos confesábamos todo lo que sentíamos por nuestros respectivos hombres pero en el mismo instante que descubrió su infidelidad decidió vengarse. Por culpa de su despecho traicionó lo que nunca supo valorar._ Acercó la copa a sus labios. No bebió, solo mantuvo el borde de cristal rozando su delicada comisura._ Solo basto una noche para sentirme traicionada. Necesite bastante tiempo para eliminar de mi mente la imagen de los dos en la cama. Después solo consiguió empeorar las cosas._ Levantó la mirada._ Supongo que por comprender sus verdaderos sentimientos abandonó a Javier Roswell. Pero sus celos solo la cegaron. Y surgió toda una lista de amantes._ Al fin bebió un leve sorbo. Sus labios se mojaron con el líquido._ Un claro ejemplo de hasta donde llegó fue Fran Jones. La pretendía pero ella lo rechazaba constantemente porque no se trataba de su juego. Ella debía de seducir no de ser seducida. Y si me pregunta quién es este sujeto le diré que se trata del actual marido de la señora Adriana North.
_ Señora Adriana North_ Repetí asombrado. _ Estas hablando que uno de los amantes fue el marido de su amiga, ¿estando aún casados?
_ A ella no le importaba la amistad. Y si realmente me está preguntado si ella lo sabía, le puedo asegurar que no lo sé._ Se encogió de hombros._ Adriana puede ser una persona sorprendentemente reservada cuando le oportuna._ Volvió a darle otro sorbo a la copa sin dejar de mirarme con aquellos ojos. Sentía como si me arrastrasen hacia un desierto. Una sensación que comenzaba a ser pesada._ Y como le dije con anterioridad, en esta historia hay demasiados enemigos motivados por la misma razón. Espero que comprenda que no soy la única sospechosa de esta novela de misterio._ Se levantó acercándose, me devolvió la copa que le había ofrecido._ La camarera más fiel puede resultar una arpía cuando de humillación e infidelidad se trata. ¿Nunca le pregunto la razón por la que se encuentra trabajando en el club?_ Sonrió sorprendida._ Su marido malgasto todo su dinero en los caprichos de Victoria cuando ella optó por aceptar todas sus ofrendas, consiguiendo así todo lo que deseaba. Celos, joyas, ropa de alta calidad…, todo lo que una mujer caprichosa quiere en sus manos. Ella les arruinó económicamente. Y supongo que le ofreció trabajo de camarera para sentirse mejor o para seguir humillándola en completo secreto. Así era ella._ Se dió la vuelta, dándome la espalda._ Una mujer despiadada._ Se quedó rígida un instante._ En esta vida lo que más importa carece de sentido para aquella persona que ha perdido su corazón. El animal más indefenso se puede volver un animal salvaje con tal de conseguir lo que más desea, ya puede ser una simple venganza o alcanzar la cumbre más alta. Da igual si se trata de dinero, poder, amor, fama…, a veces podemos resultar similares a esos animales por nuestro comportamiento más oculto._ Seguidamente se acercó a la puerta abriéndola pero pronto se detuvo volviendo la mirada hacía donde yo estaba que aún permanecía inmóvil observándola._ Ya nos veremos detective._ Se volvió de nuevo pero esta vez salió definitivamente del apartamento dejándome solo con las dudas que navegaban en mi mente sin rumbo fijo, sin rumbo a la verdad.
Aquella visita me desbloqueó ya que sospechaba de ella principalmente y por alguna razón, por su extraña visita voluntaria, me encontraba opinando lo contrario. La mayoría de las piezas no encajaban en el puzles pero pertenecían y sabía perfectamente que la muerte de la mujer no fue por celos sino por venganza o por herencia, también podía estar en respuestas erróneas pero por el momento no estaba seguro de nada, apenas estaba seguro de la validez de su información ya que apenas sabía si aquello era verdad o una mentira piadosa para desviarla como sospechosa. Pero había varias preguntas que rondaban por mis pensamientos más profundos ¿Cuál era la razón más oculta por la que la señorita Valls me visitó dándome cierta información? ¿Por qué razón me lo contó de manera que pudiera sospechar de ella también? ¿Adriana North descubrió la infidelidad de su marido? ¿Por qué  extraña razón ella me habló de lo sucedido con la víctima? ¿Acaso quería que supiera toda la verdad para después compadecerme de ella? Tantas preguntas sin apenas conseguir hallar respuestas. Y es que nada estaba claro sino al contrario, todo lo que sucedía y con cada persona que hablara me confundían más los hechos. Pero ante tantas preguntas solo había una que debía responder ante todo ¿quién tuvo coartada?
Me acerqué al sofá, dejando caer mi cuerpo encima. Levanté la mirada al techo, pensando en todas las personas que se encontraban en el club en la noche de su muerte. Adriana North estaba trabajando en la barra, y por supuesto, Estela Valls se hallaba en ese momento sentada en una de las mesas del fondo. Descartando a esas dos personas, aún quedaban algunos nombres en la lista de sospecho. El día siguiente sería el momento de empezar a descartar nombres, hasta que solo quedase uno. En eso consistía el juego.

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